Entrevista al General Enrique Mosconi Director de YPF en Caras y Caretas el 13 de agosto de 1927

El general Mosconi, director de los Yacimientos Petrolíferos Fiscales, habla con un lápiz en la mano. Sobre la página blanca que tiene delante va dejando caer las cifras fantásticas. Es el poema del petróleo argentino:

El oro negro corre como en un sistema arterial vivificante, bajo la tierra de la nación futura, desproporcionada a fuerza de ser grande y poderosa.

— En 1907 partimos de cero. Se está horadando un pozo. ¿Encontraremos la napa de Petróleo prevista? De pronto un trueno conmueve la entraña de la roca, arrasa con todo: tubos, perforadoras, materiales.

Es un chorro de agua salada, de gas, de basalto y de arenillas. Las paredes de cinc tiemblan. La fuerza del surtidor amenaza con hacer volar el galpón, arrancarlo de raíz. Ha costado cien mil pesos la perforación del pozo. Una hora más tarde ese chorro de mineral ha vertido ya cien mil pesos de petróleo. Los años siguen. La labor fiscal abre nuevos pozos. La curva de la producción es casi una vertical, y al fin del año pasado aparecemos sobre el mundo como la décima potencia petrolífera.

Hemos producido en 1926: 1.158.544 toneladas de petróleo, 1.032.958 toneladas de fuel-oil y más de 150 millones de litros de nafta y querosén.

Entre Comodoro Rivadavia y los yacimientos de Plaza Huincul 376 pozos se explotan y 164 poros se aprestan a la actividad.

Las perforaciones suman cifras fantásticas. Se ha horadado 94.910 metros en roca viva. Si pusiéramos un caño al lado de otro, esta cañería subiría al cielo, se perdería entre las nubes y casi ya saldría de la atmosfera terrestre. Entraría en el éter en que flotan los astros.

Este petróleo que busca recipientes y no los halló a veces a la medida de la abundancia en que fluye de los yacimientos riquísimos, forma ríos sobre la tierra virgen y se estanca. Los barcos-cisternas vendrán a buscarlo. La flota nacional, compuesta de 7 barcos, hace anualmente ciento noventa viajes entre Buenos Aires y Comodoro Rivadavia. Al fin del año podrían transportar 940.000 toneladas. El petróleo crudo traído a la destilería de La Plata alcanzó en 1926 a 475.057 toneladas, fuera del acarreado para empresas particulares que llegó a 173.441 toneladas. No cuento la nafta y el querosén.

Esa misma flota ha transportado en 1926, 393.553 toneladas de fueloil (carburante) y 22.523 toneladas de nafta y querosén desde la refinería de La Plata a Buenos Aires. Estos barcos han llevado en cambio hasta Comodoro Rivadavia 35.997 toneladas de carga y 3926 pasajeros.

La destilería de La Plata es otro de los milagros del petróleo. Fue construida y puesta en movimiento en solo un año. Hay fechas que deben en entrar en las efemérides argentinas; el 24 de diciembre de 1925 la Destilería Primaría envió su primer cargamento de fuel-oil a los estanques de Buenos Aires.

El primer bombeo de nafta se efectuó el 7 de febrero de 1926. Al día siguiente, se bombeó el primer litro de querosén nacional.

La destilería está en condiciones — y lo ha demostrado — de extraer la mayor cantidad de nafta y querosén del petróleo crudo en el estado actual de la técnica del petróleo.

La nafta y el querosén Y. P. F. han conquistado el mercado. La destilería debe ser capaz de elaborar 2000 toneladas por día. Ha llegado a 2400, en las pruebas de recepción y se han tratado durante el año pasado 743.318.657 toneladas de petróleo bruto. Se ha entregado a la venta, haciéndose reservas para casos imprevistos: 50.254.600 litros de nafta y 23.170.822 litros de querosén. El total de lo recaudado por este concepto llegó a 13.371.288 pesos moneda nacional. Este petróleo, desde la salida de los pozos, busca almacenes y cubas donde ser guardado. En Comodoro Rivadavia poseemos 175.000 metros cúbicos de almacén. Plaza Huincul tiene 20.885, Dársena Sud 65.500.

En Santa Fe, Rosario, La Plata, etc., hay 188.084 metros cúbicos de almacén que le esperan.

Nada nos impide creer que la línea ascendente que sigue las explotaciones fiscales del petróleo y sus derivados nos permita saturar el mercado con nuestro producto y eliminar el producto extranjero dentro de breve tiempo.

Una ley fiscal que preocupa al Parlamento debe Destilería fiscal de La Plata y sus almacenes, de una capacidad de 130 mil metros cúbicos. Ofrecernos mayores facilidades en esta política nacional del petróleo.

Los números en su gravedad exponen el estado actual del petróleo argentino, pero esa riqueza así enunciada es sólo un trasunto fugaz de la verdad. Todas las esperanzas están permitidas. El dorado de América se halla bajo la Patagonia.

Su riqueza no ha sido alcanzada todavía. Es incalculable y bella. Varios millones de hombres deformados por el esfuerzo han hecho un campamento entre la piedra árida de Comodoro Rivadavia y el Atlántico Austral, para ofrecernos en su sacrificio la posesión de un bien nuestro que se perdía en el misterio patagónico. Es un campamento, he dicho, una ciudad deleznable hecha con chapas de cinc.

A veces hay que interrumpir la función del teatro, porque los pilludos apedrean las paredes de hojalata y ahogan la voz del piano; a veces es el viento que sopla como si estuviera a sueldo de un rival oculto, y se lleva los techos de los ranchos de los «pioneers». Son esos hombres que se mueven dramáticamente como en una película del Far West quienes prolongan la soberanía argentina sobre la más palpable de las riquezas actuales. Son el símbolo viviente de nuestro petróleo sin una verdadera defensa aún. La Nación debe destacarse toda ella hasta la fuente del rico mineral. Su economía, la defensa nacional y el honor del país lo reclaman.

Fuente: Revista Caras y Caretas del 13 de agosto de 1927

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