La nación argentina en defensa de Carrillo – Por Emmanuel Bonforti

«Atacar la figura de Carrillo significa algo más que una ofensiva personal, implica un golpe deslegitimador al mayor proceso de Justicia Social y distribución que se ha conocido en el país».
«Aunque parezca increíble, hasta 1946 no existía en la República Argentina un organismo estatal encargado de velar por la salud de su población. Existía en cambio un Ministerio de Agricultura que tenía una dirección de sanidad vegetal y animal. Interesaba más la salud de los animales porque estos tenían buen precio, en cambio un hombre no cotizaba ni en feria, ni en mercados. Estar era la Argentina que nosotros encontramos.» Juan Domingo Perón
Hace unos días el embajador británico en la Argentina desde su popular cuenta de twitter llamaba a no conmemorar a personas que había participado del Holocausto. Las declaraciones hacían referencias a la posibilidad de que el Doctor Ramón Carrillo sea la cara visible del billete de 5000 pesos quien estaría acompañado por la imagen Cecilia Grierson. El twitter se enmarcaba en un contexto y en una seguidilla de mensajes del embajador donde también recuperaba la figura de Winston Churchill, quien algún momento dijo: «No dejen que la Argentina se convierta en potencia, arrastrará tras ella a toda América Latina” Con lo cual no es una declaración salida de un repollo, sino que hay un texto y contexto que determinan un posicionamiento ideológico y geopolítico en la intervención pública del responsable de un país que ocupa ilegalmente parte de nuestro territorio. Algunas interpretaciones de interlocutores de la matriz del pensamiento nacional y latinoamericano consideran que Argentina hasta 1943 vivió bajo un régimen de dominación semicolonial, donde la ausencia de la autodeterminación no se explicaba por la ocupación territorial por parte de un Ejército extranjero. Sino que la dominación se manifestaba por una poderosa ingeniería de carácter jurídico y cultural que garantizaba la entrega económica de nuestros principales recursos. El actor internacional que impulsó la causa externa de la dependencia y la forma de dominación semicolonial fue la poderosa Gran Bretaña. Claro está que el régimen no se sostenía únicamente por la causa externa, debía haber un actor que permitiese el desarrollo de la entrega de la soberanía a cambio de pingues beneficios. Este actor se trataba de la oligarquía terrateniente quien fuera garante de un despliegue silencioso y penetrante por parte del imperialismo británico. En la oligarquía terrateniente del siglo XIX y en sus variantes diversificadas del siglo XX se encuentra la causa interna de la colonización capitalista. Oh, casualidad está oligarquía bajo su faceta financiera y de Ceos durante su último paso por la conducción estatal anclaba el «fracaso» del país en los últimos 70 años. No hará falta ser un lector o lectora avispado o avispada para comprender en que el punto de periodización seleccionado indica la discusión sobre dos proyectos de país o mejor dicho sobre el proyecto y el anti proyecto. La oligarquía de los Ceos construía un relato similar al del diplomático británico, y a la actualidad elementos residuales de esa oligarquía acompañaron el pedido del embajador de la metrópolis imperial. En tren de comparación y de jugar con otros períodos históricos, estos actores emularon desde la palabra y el registro simbólico a los soldados indios que se alistaban al ejército inglés para reprimir al pueblo indio, en el vocabulario de un FORJISTA sería el equivalente a un cipayo. Obviamente que éstos últimos van a considerar a Inglaterra como una Nación ejemplar y paladín de la democracia capitalista y del buen gusto, omitirán que en las plazas de la India hacían degradar a los pobladores locales con carteles que rezaban ingresar caminando en cuatro. Asimismo este club de amigos del imperio se ofuscará cuando alguna comunidad ocupe un territorio legítimo pero no considerará una usurpación que un empresario inglés residente en la Patagonia ocupe 11 mil hectáreas e interrumpa el curso de un lago. Alguna vez un diario de FORJA dijo: «mientras exista la diplomacia capitalista e imperialista, las embajadas de sus respectivos gobiernos serán, centros de espionaje» Así de esta manera la afrenta contra uno de los padres de la medicina nacional implica utilizando lenguaje forjista quemar las naves de las supersticiones y salir de antinomias distractivas que ocultan la verdadera potencia de Ramón Carrillo. Claro está, que atacar la figura de Carrillo significa algo más que una ofensiva personal, implica un golpe deslegitimador al mayor proceso de Justicia Social y distribución que se ha conocido en el país. Alguna vez Juan Carlos Torres dijo que la llegada del Peronismo significó algo más que la emergencia de una antinomia partidaria y John William Cooke manifestó que la antinomia que se expresa a partir de 1945 es la manifestación más real de la lucha de clases en nuestro al país. Sin lugar a dudas en momentos en que la salud forma parte de las discusiones globales, las declaraciones del embajador británico no son ingenuas. Como hombre del imperio conoce la historia de los países que aquel dominó y sabe perfectamente que la salud hasta 1945 era una actividad privada, casi como todas las actividades esenciales en nuestro país. A un estado liberal le correspondía una concepción liberal de la salud regulada por el mercado, con todo lo que esto implicaba. A una medicina individualista, Carrillo desde 1946 le opondrá la idea del alcance universalista por parte del Estado. Al ser individualista no tenía en su horizonte la comunidad en su totalidad. En este sentido es donde la figura de Carrillo comienza a sobresalir, es un hombre de Estado, un político, reconoce los factores comunes de las enfermedades del territorio, camina, conoce a su gente, su frontera, sus fortalezas, sus debilidades, su historia, es más que un médico. Las consecuencias de la asociación fraudulenta entre oligarquía e imperialismo inglés implicaron en términos de salud una situación denigratoria, hombres y mujeres con bajo peso, alta mortalidad infantil, baja esperanza de vida. Era la salud de un pueblo de tuberculosis y enfermedades infecto-contagiosas. ¿Pero el problema de la Argentina era puramente de salud? Lejos esto de esta pregunta se paraba Carrillo y a la historia clínica del paciente le opondrá la historia social, la profesión, sus psicología, su alimentación, su estilo de vida. En las épocas actuales donde el abordaje integral es un concepto común Carrillo se anticipó 70 años a ese enfoque. Carrillo como hombre de Estado sabía muy bien que la estrategia sanitaria no se reducía al uso medicamentos, y su acción gubernamental se explicaba en una estrategia y planificación de gobierno. Al descender por primera vez la mortalidad infantil en el país bajo su gestión, el primer Ministro de Salud de la Nación sostuvo que la causa se debía a que el obrero rural tenía un sueldo más alto, que sus hijos ahora tenían abrigo, que estaban mejor alimentados y sobre todo había mejores condiciones de higiene. Además del progreso cuantitativo en nivel sanitario de la nueva Argentina, donde se pasó de tener de 66.300 camas por habitantes en 1946 a 114.000 en 1951. Se avanzó en la eliminación de la tuberculosis, el paludismo y la lepra, enfermedades sectorizadas en poblaciones de menores ingresos. Para esto había que pasar de una matriz de medicina asistencial que resolvía el problema de forma pasiva a una matriz sanitaria activa y dinámica pero preventiva, diría Carrillo. En su glosario y práctica antiliberal que es lo que más inquieta a los personeros del imperio, Carrillo decía que le preocupaban más las enfermedades que los enfermos, porque las primeras afectaban a la comunidad. En ese esquema realiza un llamado a que los médicos reflexionen de forma social para romper la inercia mecánica y positivista de la medicina. En su afán social por pensar un sistema de salud integral y comunitaria promovió el desarrollo del sistema mutualista de salud entre 1946 y 1955 desafiando una vez más a la esfera privada del ejercicio de la medicina. La sanidad Justicialista que expresó en un discurso de la Universidad del Litoral, no era más que la caracterización del Plan Analítico de Salud Pública que constituía una obra de cuatro mil páginas distribuidas en cuatro tomos. La máxima de ese plan de salud consistía en la integridad y la felicidad del ser. Como muchos grandes hombres de la Patria su destino será el exilio, el médico santiagueño fue objeto de críticas y persecuciones por parte de los hombres de la Revolución Fusiladora, con una metodología similar a la de sus nietos los Ceos del siglo XXI se acusó a Carrillo de haber enriquecido su patrimonio durante su gestión. En su última carta le dirá a un amigo: «No tengo la certeza de que algún día alcance a defenderme solo, pero en todo caso si desaparezco queda mi obra y queda la verdad sobre mi gigantesco esfuerzo donde dejé mi vida» (…) «El tiempo y sólo el implacable paso del tiempo, dirá si tuve razón o no al escribirte esta carta» La obra de Carrillo es uno de los elementos puntales del proceso de conquista de la segunda independencia, su vocación comunitaria y sanitarista siguen despertando la indignación de los cultores de una Argentina desigual y arrodillada ante las garras del imperio. En Carrillo se inscribe una lucha que excede a un hombre, una batalla que involucra a todos y todas las argentinas y argentinos que queremos vivir en una Patria libre, justa y soberana. Por Emmanuel Bonforti. Sociólogo. Docente en la Universidad Nacional de Lanús Fuente: Agencia Paco Urondo

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