Terán de Weiss, Mary (1918 – 1984) – Biografía

«En mis luchas deportivas, a veces, me he visto muy pequeña frente a rivales de extraordinario e impresionante desarrollo físico. Pero, al mismo tiempo, sentía que mi fuerza moral no era inferior a la de esas magníficas oponentes. Y así, confiada en mi fuerza moral más que en mi fuerza física, obtuve triunfos que muchos espectadores creían imposibles o casi imposibles. En mi opinión el mejor deportista es quien ha logrado la suprema armonía de cuerpo y espíritu.» Mary Terán de Weiss

MARY TERÁN DE WEISS (1918 – 1984)

Mary Terán fue la primera argentina en alcanzar los primeros planos del tenis mundial, se impuso en 832 partidos internacionales y obtuvo varias veces el Torneo del Río de la Plata. Ganó dos medallas de oro y una de bronce en los Primeros Juegos Deportivos Panamericanos disputados en Buenos Aires en 1951, siendo una de las grandes figuras de este torneo. En esta época fue considerada una de las mejores 20 tenistas del mundo.

Mary, militante y funcionaria peronista, a partir de la dictadura de la «Revolución Libertadora» fue perseguida por sus ideas políticas, se le prohibió toda participación deportiva en el país y debió refugiarse en el extranjero. Cuando intentó regresar a las canchas durante el gobierno de Arturo Frondizi, los demás tenistas se negaron a competir con ella, invocando argumentos políticos, obligándola a abandonar la actividad deportiva. Fue ignorada por gobiernos, medios de comunicación y organizaciones deportivas.

‘Ni siquiera los años que han transcurrido hasta nuestros días han hecho justicia con una mujer que, además de su capacidad como tenista, quiso acercar el deporte a los que hasta ese momento no lo habían podido practicar. Su propio origen popular tampoco le fue perdonado. Pero tal vez aquello que potenció con más fuerza el odio de los círculos de élite fue la condición de su género; alguna vez dijo: “Si a Evita no le perdonaban ser mujer, conmigo no iban a ser menos”.’

BIOGRAFÍA

María Beatriz Terán, nacida en Rosario el 29 de enero de 1918, empezó desde muy chica a mostrar buenas aptitudes para practicar deportes. A los quince años, en una competencia, cruzó a nado el Paraná y finalizó en la segunda ubicación. También solía correr en larga distancia durante los festejos patrios venciendo incluso a rivales masculinos. Además fue timonel de un club de rosario, el Ramos Alberdi. Sin embargo, se destacaría como tenista.

Cuando tenía 12 años empezó a jugar al tenis en el Rowing Club, entidad en cuyo buffet trabajaba su padre. El entrenador que preparaba al equipo argentino de Copa Davis la descubrió y convenció a sus padres para ayudarla a mejorar su juego. A los 19 años representó a su provincia en varios certámenes desarrollados en Buenos Aires. También formó parte del Adrogué Tennis Club. En 1941 logró alcanzar la primera colocación en el ranking nacional; antes ya había ganado campeonatos de gran importancia. Estos galardones se reeditarían en 1944, 1946, 1947 y 1948.

Con Heraldo Weiss, Mary se conoció cuando ambos viajaban a Córdoba para participar en un campeonato. Heraldo era campeón argentino, además de ostentar la capitanía en la Copa Davis. A pesar de que en ese momento noviaban con sendas parejas, el sentimiento mutuo pudo más, y después de un par de años de noviazgo contraen matrimonio en 1943.

Apenas casada, Mary se asocia al Belgrano Athetic Club, entidad que años después le daría la espalda por razones políticas. En esos años el gobierno peronista había lanzado una política deportiva sin precedentes: comienzan a realizarse competencias para que la juventud practique toda clase de deportes, se levantan complejos deportivos d gran magnitud, se organizan certámenes internacionales de importancia. En el marco de los Primeros Juegos Panamericanos realizados en Buenos Aires, Mary logra llevarse dos medallas doradas y una de bronce. Allí también conoce al General Perón. Pero un gran dolor se cierne sobre ella: Heraldo Weiss es atacado por una enfermedad incurable. Lentamente se fue apagando su vida, así como la felicidad de su esposa, quien lo acompañó hasta sus últimos días.

Tras el deceso del marido, Mary emprende su camino como funcionaria, en paralelo con su actividad profesional. En 1952 es designada jefa de los campos deportivos municipales. Su concepción estaba en consonancia con la del gobierno: fomentar el deporte para formar personas íntegras. Al mismo tiempo, su gestión estuvo centrada en hacer del tenis una disciplina abierta a todos los sectores de la sociedad.

“Ella inició en el Buenos Aires una escuela de tenis para chicos que no estaban en condiciones de adquirir raquetas y equipos, y éstos les eran proporcionados por medio de la Fundación Evita –dice su hermano Alfredo Terán-. El tenis siempre había sido un deporte para gente encumbrada y los de la élite no le perdonaron haberlo llevado al nivel del pueblo”.

En efecto, la gente ligada al tenis se sintió horrorizada ante la idea de hacer partícipes de ese deporte a elementos exteriores a su clase. Directivos y colegas suyos no tardarían en tomarse revancha de semejante temeridad, lo mismo que de haber permitido que este deporte se viera relacionado con un gobierno representativo de intereses populares.
A partir de 1946, Mary formó parte de los equipos nacionales. De las 1.100 competencias en que representó a nuestro país logró más de 800 primeros puestos. Fue la única jugadora argentina en ganar el Plate de Wimbledon, torneo disputado entre quienes no llegaban a la final.

En 1955, cuando se hallaba disputando las instancias finales del Abierto de Alemania, la Asociación Argentina de Tenis envía un telegrama a la Federación Internacional pidiendo que la tenista sea retirada del torneo. Dicha asociación, intervenida por el gobierno golpista, la desaprobaba por sus vinculaciones políticas con el gobierno recientemente depuesto. La Federación Internacional de Lawn Tennis de Londres, en virtud de la confusa argumentación –Mary pidió que se especificara la relación-, le concedió a la deportista seguir participando.

Sin embargo, a partir de ese momento la otrora exitosa embajadora del deporte argentino se internaría en un largo exilio. Mientras debe permanecer en el viejo continente, forzosamente, en Buenos Aires confiscan sus bienes, tanto su departamento como su negocio de ropa deportiva. Con ayuda del General Perón consigue la ciudadanía española y representa a este país con la suficiencia que la caracteriza. No obstante, la prensa argentina no dedica una sola línea a los logros alcanzados.

En agosto de 1959 regresa al país. Las condiciones ya eran otras y si bien logra recuperar sus bienes expropiados, hubo quienes hicieron todo lo posible por seguir condenándola al ostracismo. Quiso jugar tenis representando a su viejo club, el Belgrano Athletic, y los directivos de dicha institución no se lo permitieron. Años antes, siendo jefa de los campos deportivos municipales, Mary había impedido que la Municipalidad expropiara parte de los terrenos del club para la continuación de una calle. Pero esta actitud de marginamiento se haría extensiva a otras instituciones. “Quise asociarme a los clubes Belgrano Social y Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires –relataría Mary-, negándoseme en ambos casos tal derecho. Enterado el señor Antonio Liberti de estas circunstancias y hechos que no quiero juzgar, me ofreció, en un gesto que siempre agradeceré, participar en la actividad deportiva de esa institución modelo que es River Plate e integrar su primer equipo de tenis”.

Pero en 1963, en el marco del Campeonato Interclubes, sus colegas decidieron no presentarse porque Mary integraba el equipo riverplatense. La Asociación declaró nula la competencia. Al año siguiente volvió a repetirse la situación. El 22 de julio de 1964 la tenista publicó en la revista “El gráfico” una carta abierta a la opinión pública denunciando estos hechos. Sin embargo el ambiente del tenis mantuvo su tesitura de cubrirla con un manto de aislamiento. En vista de tal actitud, y no queriendo perjudicar más al club que le había abierto las puertas, decide retirarse de la actividad. Desde ese momento María Luisa Beatriz Terán de Weiss se sumiría en una profunda tristeza, no entendiendo el por qué de tanto odio.

Tan grande fue el destierro interior al que se la sometió que en 1982, cuando una firma fotográfica (“Konex”) premió a los mejores cinco deportistas de la historia por cada disciplina, inexplicablemente ella no fue tenida en cuenta. Algunos años antes integrantes de la Liga Justicialista del Deporte la habían homenajeado organizándole una cena. Probablemente la única reivindicación que le fue tributada en vida. Años después, en diciembre de 2006, la Dirección de Deportes de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires instituye los premios a la Dignidad Deportiva y los denomina con toda justicia “Mary Terán de Weiss”.

A fines de 1984 María Luisa se encontraba sumida en una profunda depresión. Un año antes había muerto su madre, Goyita. El sábado 8 de diciembre de ese año decide terminar con su vida y se arroja desde el séptimo piso de un edificio de la ciudad de Mar del Plata. A excepción del tenista Enrique Morea ninguna persona del ambiente asistió a despedir sus restos.

Ni siquiera los años que han transcurrido hasta nuestros días han hecho justicia con una mujer que, además de su capacidad como tenista, quiso acercar el deporte a los que hasta ese momento no lo habían podido practicar. Su propio origen popular tampoco le fue perdonado. Pero tal vez aquello que potenció con más fuerza el odio de los círculos de elite fue la condición de su género; alguna vez dijo: “Si a Evita no le perdonaban ser mujer, conmigo no iban a ser menos”.

Fuente: Los Malditos Vol.III Pág. 113. Osvaldo Jara – Coord. Norberto Galasso – Ed. Madres de Plaza de Mayo


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