Un ATLAS de los trabajadores latinoamericanos. La construcción de la Agrupación de Trabajadores Latinoamericanos Sindicalistas – Por Juan Godoy

“ATLAS nació para lograr la unidad de los pueblos latinoamericanos, luchando contra la explotación, la miseria y el hambre que imperan en el Continente. ATLAS se basa en un auténtico americanismo elaborado en base no a teorías ni abstracciones de gabinete, sino de acuerdo con la realidad que viven hoy los pueblos del Continente. La entidad quiere un americanismo ecuménico extraído del núcleo vivo de la situación actual y para ello levanta una triple bandera de Justicia Social, Soberanía Política e Independencia Económica”. (Declaración ATLAS)
“Allí donde se oiga un grito de angustia, una voz que pide ayuda, allí está ATLAS porque ATLAS es carne y alma de los pueblos de América Latina y porque está constituida por auténticos trabajadores que saben del dolor y la miseria de nuestros pueblos ya que han nacido de sus propias entrañas”.

“Consideramos que si América Latina ha de integrarse como son los deseos de casi todos los dirigentes populares, esto ha de comenzar a tener su base en la organización sindical que es donde está el numen verdadero del pueblo. No olvidemos esto: el pueblo argentino se unió también sobre la clase trabajadora. Pensamos que ese mismo experimento que nos ha dado tanto éxito en la Argentina nos puede dar el mismo éxito en el Continente”. (Juan Perón)


En el camino de la Patria Grande

El proceso de emancipación comenzado por los patriotas del siglo XIX, a pesar de varios avances posteriores, todavía se encuentra abierto, en tanto se logra la emancipación política, pero no la económica, y ante la profundización en la dependencia económica con su consecuencia en la cultura, aquella aparece también aparece disminuida: ¿qué soberanía política se puede tener sin independencia económica? En este marco entonces, como se ha dicho muchas veces, somos país semi-colonial, parte del proyecto de una gran nación inconcluso. Así la emancipación política debe ser profundizada a partir de la ruptura del orden dependiente, y es ahí donde los trabajadores cumplen un papel central, en tanto único sector social dispuesto a llevar los destinos de la Patria a su grandeza y emancipación definitiva.

El momento histórico que más se avanzó sobre la ruptura de la dependencia en nuestro país fue, sin dudas, los años de las tres gestiones de gobierno peronistas. Perón lleva a cabo una revolución nacional y para ello se apoya fundamentalmente en los trabajadores. Durante sus administraciones, éstos no solo obtienen un conjunto de derechos, y el mejoramiento de sus condiciones de vida, sino que logran una presencia política importante. Los trabajadores argentinos, varios nacidos de barriadas humildes de nuestra patria, históricamente relegados a un plano marginal y de subsistencia, no sólo logran mejorar sustancialmente sus condiciones de vida, sino (y esto es sustancias) que también discuten los destinos de la nación[1].

Juan Perón tiene una conciencia latinoamericana y piensa en la necesidad que para que Argentina siga avanzando en su emancipación definitiva, debe retomar el proyecto de la Patria Grande: “unidos o dominados”. La emancipación nacional es posible en el marco de la continental. Desde sus gobiernos realiza muchas medidas en ese sentido, que no viene a cuenta recapitular aquí, pues nuestra intención es centrarnos en la política ligada al sindicalismo latinoamericano, el fomento y apoyo del líder al mismo. Los trabajadores que el 17 de octubre del 45 demostraron la maduración de la conciencia nacional y trocaron los destinos de la Patria, también fueron cimentando una conciencia latinoamericana. Es que los pueblos se vinculan más a la identidad latinoamericana que las clases altas, ajenadas a Europa y/o Estados Unidos.

Situación del sindicalismo a escala global en la posguerra

Al finalizar la segunda Guerra Mundial Estados Unidos y la Unión Soviética emergen como potencias y la geopolítica se expresa como el escenario de lucha. El mundo se “parte en dos”. Las potencias comienzan a disputarse a los demás países desde los ámbitos más diversos. De esta forma: si los norteamericanos hacen el Plan Marshall para la reconstrucción de Europa Occidental, los soviéticos hacen lo propio con el Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME). En el plano militar, Estados Unidos lanza la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), y la Unión Soviética el Pacto de Varsovia. Se crea la Organización de Naciones Unidas (ONU), donde algunos países con más iguales que otros en tanto un puñado tiene el poder de veto, cristalizando la ficción de la igualdad entre las naciones. En el aspecto económico Norteamérica lanza el Fondo Monetario Internacional (FMI), y el Banco Mundial (BM), para lanzarse a conquistar vía el endeudamiento a los países dependientes, y ajustar los lazos de dominación. En este marco de la Guerra Fría, al “tener” que posicionarse los demás países del globo, en uno u otro bando, limitaba seriamente las posibilidades de desarrollo autónomo, y se limitaba las soberanías nacionales de los países del Tercer Mundo. No obstante, no tardará en aparecer, y en esto el peronismo es señero (con su tercera posición), el levantamiento de la bandera de los países del Tercer Mundo (la conferencia de Conferencia de Bandung y el nacimiento de los Países no alineados son hitos). (Taiana, 2014)

Por la importancia de los trabajadores, el campo sindical era evidente que no podía quedar fuera de esta división del mundo en dos zonas de influencia. En este sentido, el sindicalismo mundial cristalizaba esta división. La situación se daba de la siguiente forma: en febrero de 1945 se realiza una Conferencia Sindical Mundial en Londres, donde participan más de cuarenta países, y tienen como finalidad crear una internacional de organizaciones sindicales. En esta participan, entre las principales, las centrales obreras de Gran Bretaña (TUC), soviética (CC.SS.), francesa (CGT) y de los Estados Unidos participa el Congreso de Organizaciones Industriales (CIO), pero no la Federación Americana del Trabajo (AFL). Al mes siguiente se conforma la Federación Sindical Mundial (FSM), pero las diferencias entre las centrales no tardan en hacerse presentes, y con el Plan Marshall se terminan dividiendo. Se van de la FSM la CIO, la TUC y conjuntamente con la AFL (que no había participado de la FSM), conforman la Confederación de Organizaciones Sindicales Libres (CIOSL) en el año 1949. Así para los 50, aparecen dos grandes centrales mundiales la FSM, bajo injerencia soviética, y la CIOSL, bajo la norteamericana. En una publicación del ATLAS “Unidad para la liberación total de América Latina”, afirman al respecto de las centrales internacionales “ningún interés obrero las mueve. Ninguna preocupación por la suerte y condición de los trabajadores en los pueblos oprimidos”. (ATLAS, 1953: 2)

LA CIOSL le va a otorgar mucha importancia a su “lucha” contra el peronismo, a partir de “etiquetarlo” como una dictadura nazi-fascista demagógica. Por eso en su primer congreso dice que plantea la “solidaridad con los hermanos en esos países que están embarcados en una lucha continua para frustrar las actividades de las dictaduras”. (Cit. en Basualdo, s.f.: 6) Desde ya el peronismo estaría (a pesar de ser electo democráticamente), entre estas últimas. Más clara es la alusión del Comité Ejecutivo de la Federación Internacional de Trabajadores de Transporte enrolado en la CIOSL, en un Congreso en Londres en el año 51, donde sostienen que ““el dictador Perón desarrolló una política sistemática que tenía como objetivo transformar a las organizaciones sindicales argentinas en instrumentos gubernamentales para la esclavitud de los trabajadores. Su arma favorita es la demagogia y muchos trabajadores argentinos cayeron en la trampa”. (Cit. en ibídem: 7) La CGT le contesta a Romualdi por intermedio de su periódico en una nota de fines de 1951 bajo el título: “Romualdi quiere esclaviza a los trabajadores del Continente. Una figura siniestra en América”, y dice en la misma que “los ataques de la FAT (AFL) y Romualdi a la Argentina son sino los ataques del imperialismo, proferidos por boca de sus sirvientes. (…) Para atacar a Perón tendrán que quemar una muralla de 16 millones de argentinos. Y con los argentinos a todos los hombres libres de América.” (Cit. en Ibídem: 8) La preocupación norteamericana por los planes de integración regional de Perón se ponen en evidencia. Norberto Galasso sostiene que “en los documentos reservados del Departamento de Estado norteamericano, del período 1952-54, se hace referencia al peligro de la política sustentada por el gobierno peronista pues (y cita) la tercera posición no es una posición de neutralidad pasiva, ya que Perón busca agresivamente alinear a la América Latina bajo su liderazgo”. (Galasso, 2006: 627)

El sindicalismo latinoamericano en la posguerra

Todo este esquema internacional va a tener impacto en el sindicalismo de América Latina. En 1938 había nacido, con la fuerte influencia de la Confederación de Trabajadores Mexicana (CTM), la Confederación de trabajadores de América Latina (CTAL). Participan once países, e incluso la CIO (recordemos norteamericana). En la CTAL había sindicatos comunistas, socialistas, laboristas y reformistas. Con el paso del tiempo, sobre todo al terminar la Segunda Guerra Mundial, tomó un perfil pro-soviético, provocando el alejamiento de los sindicatos no ligados al comunismo. La CTAL estaba adherida a la FSM (recordemos pro-soviética). Así, una vez finalizada la guerra se conforma en una reunión en Lima la Confederación Interamericana de Trabajadores (CIT), en el año 1948, bajo la injerencia de las norteamericanas CIO y AFL, y el accionar de un personaje que va a tener mucha injerencia en los asuntos del sindicalismo norteamericano, además de tener vínculos con el Departamento de Estado y la CIA, Seferino Romualdi[2] para enfrentar a la CTAL y también a la CGT Argentina.

Éste había participado también de la campaña contra Perón, y comenta en sus memorias que había preparado un artículo en noviembre de 1945 contra el “dictador” Perón, tratando a sus seguidores de nazi-fascistas y a la CGT de falsa. (Basualdo, 2013) Perón en el 47 debió expulsar a Seferino Romualdi debido a intento de penetración en las organizaciones sindicales nacionales, sus vínculos con la CIA y al intento de desestabilización del gobierno peronista como parte de una política conjunta de la oligarquía y el imperialismo[3]. Romualdi cuenta que en la entrevista que mantuvo con Perón le manifestó que venían a “investigar” y no a “confraternizar”, a lo que Perón le contestó: “si gusta, el aeroplano está listo para llevarlos de vuelta”. (Cit. en Parcero, 1987: 36) Recién después del 55 Romualdi volverá a estas tierras[4]. Asimismo, Américo Ghioldi, importante dirigente del Partido Socialista fundado por Juan B. Justo, en la misma línea que las potencias imperialistas escribe un panfleto bajo el título “Perón desenmascarado. El martirologio del movimiento sindical libre en Argentina” que es publicado por la ORIT en 1952. (Basualdo, 2013) EL Partido Socialista actuando como “pata izquierda” de los intereses oligárquicos.

Volviendo… A la reunión en la capital peruana no es invitada la CGT de nuestro país[5], aunque sí asisten los representantes del Comité de Acción Sindical Independiente (COASI) cuyos sindicalistas coincidían en el anti-peronismo, lo que provoca la fuerte queja de Luis Morones, el titular de la Confederación Obrera Mexicana (CROM), la acusación del mismo a Romualdi de tener “fines inconfesables”, y el retiro de la delegación mexicana. Entre sus finalidades la CIT tenía la “lucha contra la amenaza totalitaria, tanto en el movimiento sindical, representado por comunistas como peronistas, como en la política general del Continente, en que toman forma de peronismo, dictaduras militares y la colusión entre éstas y el movimiento comunista (y en el documento final manifestó su solidaridad con los que) se atrevieron a mantenerse al margen de la CGT peronista y que se enfrentan al abrumador poder del gobierno dictador”. (Cit. en Parcero, 1987: 27-28). Mientras la COASI queda integrada a la CIT, Morones viaja a Buenos Aires, se reúne con la CGT y comienza a pensarse una central independiente de las potencias.

Tres años más tarde, sobre la base de la CIT se conforma la Organización Regional Interamericana de Trabajadores (ORIT), que pregona el “sindicalismo libre”, y queda rápidamente adherida a la CIOSL. Como sabemos, las palabras pueden escucharse “lindas”, pero muchas veces esconden las verdaderas intenciones. Este es uno de esos casos, pues esta idea del “sindicalismo libre” aparece en nuestro continente bajo el auspicio del imperialismo norteamericano, y pregona la idea de obtener mejoras salariales sin cuestionar los fundamentos del sistema económico y social. (Basualdo, S.f.) Así, “desde su concepción liberal, buscaba volver a encauzar la acción del movimiento obrero dentro de los cauces reivindicativos meramente (…) una forma clara de contención de ese potencial amenazante a partir de la disociación de la acción política con la acción gremial”. (AA. VV. Atlas UNLa, 2015: 544)

De esta forma, a comienzos de los 50 el sindicalismo latinoamericano estaba dividido en dos grandes centrales: la CTAL, pro-soviética (de la cual se retira la CGT –pues pertenecía a la misma desde su fundación- cuando la llegada del peronismo al poder), y la ORIT, pro-norteamericana. Juan Perón en “La hora de los pueblos”, se expresa en relación a estas organizaciones imperialistas obreras en tanto “no ha pasado inadvertida para el imperialismo la existencia en nuestro país de una organización sindical, tan importante por su cohesión y organización que ha pasado a sr un “factor de poder” en la comunidad argentina. Por eso no desean dejar a este sector, tan importante, sin intentar por lo menos coparlo como han venido haciendo con todas las demás fuerzas. Este intento no es nuevo: desde 1947 han venido intentando la penetración por medio de sus propias organizaciones internas (CIO y AFL.) o los engendros internacionales como la ORIT o el CIOLS (…) Hasta ahora han tropezado con la impenetrabilidad de nuestras organizaciones”[6]. (Perón, 1968: 77-78)

Las bases para una central desde y para los trabajadores latinoamericanos

Ante este panorama, los trabajadores latinoamericanos comienzan a pensar una organización en función de sus intereses, y ajeno a los de las potencias imperialistas en pugna. Organizar una Central Obrera Latinoamericana bajo los principios de la Tercera Posición aparece como fundamental en tanto, como sostiene Alberto Belloni “la liberación de la clase obrera en los países imperialistas comienza con la liberación de los pueblos coloniales. Así como el movimiento obrero británico es colaboracionista, también será el norteamericano con su burguesía nacional, participando de las tajadas que la misma le concede de las enormes ganancias que extrae de las colonias”. (Belloni, 2011: 111)
De esta forma, empieza a cimentarse la estructura para el desarrollo de la central latinoamericana donde tiene un papel sustancial Perón, el peronismo y la CGT Argentina. Así, en 1947 la CGT crea un Departamento Internacional, cuya jefatura recae en Antonio Valerga (Secretario Adjunto de la CGT –cooperan en el armado, entre otros, José Alonso y Hugo Belloni-), y que tiene entre sus tareas la de organizar a las delegaciones de trabajadores que concurren a las asambleas anuales de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Allí, los obreros argentinos se defendían ante los ataques de los sindicalistas vinculados a Estados unidos y también a la Unión Soviética que tildaban al gobierno democrático peronista como una dictadura, y a Perón como fascista o nazi. Ese mismo año comienza una transformación sustancial en el “cuerpo diplomático” argentino a partir de la reforma de la Ley de Servicio Exterior, se crea el cargo de Agregado Obrero en las embajadas. (Panella, 1996)

Los Agregados Obreros estaban estrechamente ligados al Departamento Internacional de la CGT. La difusión de la Tercera Posición está entre sus misiones, como asimismo el establecimiento de vínculos con los sindicatos obreros de todo el mundo, y especialmente los latinoamericanos. Comienza a fortalecerse así la idea de la conformación de una Central de Trabajadores Latinoamericana. La Tercera posición política se traslada al campo sindical. Asimismo, Federico Dávila (2013), liga la estrategia fomentada por Perón de la integración entre Argentina, Brasil y Chile, más conocida como ABC, con el ATLAS, en tanto ambas apuntan en el mismo sentido.

En relación a los Agregados Obreros, los sindicatos debían promover, a partir del dictado de cursos en las mismas organizaciones de base, a los dirigentes. Entre los cursos que se dictan están los de economía, historia nacional y latinoamericana, geografía, historia del movimiento obrero, etc. La duración era de dos años. Los que se diplomaban en los cursos eran los que podían incorporarse como Agregados Obreros a las embajadas. Entre sus primeros trabajos se encuentra el darle curso a invitaciones a las centrales obreras latinoamericanas para que visiten nuestro país. (Parcero, 1987) El peronismo pretende difundir la Tercera Posición en el ámbito internacional y sobre todo en Latinoamérica a partir de las organizaciones sindicales. A los Agregados Obreros se les proporcionó gran cantidad de fondos y material propagandístico. (Blanco, 1983)

La participación de los agregados obreros[7], sostiene Claudio Panella (1996), fue fundamental en tanto establecieron los vínculos con los dirigentes sindicales de los demás países dando cuenta de la importancia de la conformación de una central continental, al mismo tiempo que difundieron el ideario peronista contribuyendo a un “clima favorable” a la creación de la central para luchar por mejores condiciones laborales y en defensa de los intereses nacionales-latinoamericanos y populares. Es relevante su acción en tanto la conformación de una conciencia latinoamericana, a partir fundamentalmente de la difusión de la Tercera Posición.

El antecedente inmediato de la conformación del ATLAS es el Comité de Unidad Sindical Latinoamericano (CUSLA). Este comité es conformado luego de la Primera Conferencia Regional Obrera de la Cuenca del Plata realizada en febrero de 1952 en el Estadio Comuneros de Paraguay (Asunción)[8], propiciada por las centrales obreras de Argentina (CGT), Uruguay (CGT), y Paraguay (CPT), de la cual participan además de éstas, diez países más. El CUSLA fijó sede en Buenos Aires, y como su Secretario General fue elegido José Espejo[9] (Secretario General de CGT –Argentina-)[10], marcando la misma línea que se iba a expresar en el ATLAS, y el “peso” de la CGT Argentina. Claramente el sindicalismo en América Latina tenía un desarrollo desigual, y en la Argentina era sin dudas donde más avances se habían logrado. (Díaz, 2010)

La delegación argentina se expresa en los debates: “no debe importarnos un ápice la existencia de otras centrales; no queremos estrechar las manos cubiertas de sangre de trabajadores, de los que están al servicio de Wall Street”. (Cit. en Parcero, 1987: 32) La mexicana lo hace a través de Morones que llama a “trabajar a tambor batiente y hacer conocer que aquí nos hemos reunido para declarar la guerra a todos los opresores”. (Cit. en ibídem: 33) En las “bases para la creación de una Central Obrera Latinoamericana” establecen tres objetivos fundamentales: el individuo, la nación y el continente. Así propone, entre otras cosas, para el primero “la consagración en cada país de los Derechos del trabajador y su incorporación al texto de la leyes”, para la nación “la independencia integra en base a su intensivo plan de industrialización”, y para el continente “la solidaridad con todos los pueblos y especialmente con los más pequeños y necesitados”. (Bases… Rep. en Panella, 1996; 53-54) En el plenario, cabe destacar por propuesta del delegado Guatemalteco se reclamó por los territorios ocupados por potencias extranjeras como Belice, las Guayanas, y las Malvinas. (Urriza, 1988)

El Comité comienza, conjuntamente con los agregados obreros, a organizar la central latinoamericana. Los trabajadores que realizan esta tarea sufren persecución en varios países, por ejemplo, siendo despedidos de sus trabajos o se les impide a los miembros del Comité ingresar a algún país. La pro-yanqui ORIT se opone férreamente a esta idea, distribuyendo dinero entre los sindicalistas latinoamericanos, al mismo tiempo que Seferino Romualdi realiza una gira por Chile, Perú y Bolivia para romper el CUSLA. Panella afirma que “el hostigamiento de ésta (la ORIT), sobre ATLAS fue permanente desde sus comienzos, utilizando todos los medios a su disposición: presiones diplomáticas, dinero (sobornos), calumnias, etc.” (Panella, 1996: 40) Mientras, César Díaz en el mismo sentido anota que el mayor hostigamiento venía de “la política norteamericana que incentivaba gobiernos e incluso opositores gremiales para que aquellos sindicalistas que apoyaban la central latinoamericana fueran perseguidos en sus países de orígenes, siendo objeto de represalias como despidos u otros ataques”. (Díaz, 2010: 145)

El comité tiene la oposición de Romualdi, y también desde el stalinismo de Lombardo Toledano, líder de la CTAL, quien consideraba que el CUSLA es fascista. Teodoro Blanco afirma que “la CTAL había caído en gran desprestigio por sus variaciones políticas, en seguimiento de las distintas tácticas de la Unión Soviética”. (Blanco, 1983: 62) En ese sentido para 1941, la CTAL asume igual táctica que el PC en tanto no hacer huelgas para aportar al frente antifascista, y apunta a poner al sindicalismo latinoamericano a la vanguardia de la coalición anti-fascista. (AA. VV. Atlas UNLa, 2015) Algo similar le pasará al Partido Comunista en nuestro país a partir que su política de define en Moscú.

En el Noticioso Obrero Argentino, editado por la CGT, de febrero de 1948 critica fuertemente a Lombardo Toledano, procurando “correr el velo” sobre sus verdaderas intenciones. Así reproduce un discurso en Montevideo donde Toledano dice que “el caso argentino es nuevo, porque se trata del primer régimen dictatorial que tiene una teoría, un concepto antidemocrático de la vida nacional y de la vida internacional (…) la realidad es que ya tenemos el primer régimen fascista en tierras de América”. (Noticioso Obrero Argentino. Año 1. Nº 2. Rep. En Parcero, 1987; 54-55) La denuncia es sobre las dos potencias, pues de lo que se trata es que “toda América, esta América que despierta y se dispone a forjar su propio destino en la paz y la dignificación del trabajo, al margen, lo mismo de Wall Street que de Moscú, desenmascarando con la misma energía a Lombardo Toledano que a Romualdi”. (Ibídem: 58)

Otra política fundamental para la conformación del ATLAS fue que en los años inmediatamente anteriores es muy frecuente la visita de dirigentes sindicales latinoamericanos a Buenos Aires invitados por la CGT, con el objetivo de observar los problemas comunes y el proyecto crear una central obrera unificada. Visitan la Argentina esos años, entre otros: Juan Lechín, uno de los que iban a ser líderes de la Revolución Boliviana; el nicaragüense Absalón González; el colombiano Hernán Restrepo Botero, quien participa del Bogotazo luego del asesinato del líder popular Jorge Eliecer Gaitán. Asimismo, cuando los miembros de la CGT asisten a las reuniones de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), toman contacto con dirigentes sindicales latinoamericanos. (Urriza, 1988) Que el Ministerio de Relaciones Exteriores lo ocupe un personaje ligado al movimiento obrero como Juan Atilio Bramuglia también coopera en el sentido de la conformación de una central latinoamericana.

La Patria grande crece como una semilla. Un ATLAS de los trabajadores para disputar en la geopolítica mundial

Sobre esta base, el 25 de noviembre en el Congreso Constitutivo realizado en el Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México se creó la Agrupación de Trabajadores Latinoamericanos Sindicalistas (ATLAS). En su declaración de principios quedan claros los ideales que propugna. Allí afirma que “para lograr el enaltecimiento de las masas trabajadoras latinoamericanas, y la grandeza y liberación de los pueblos, es preciso la unidad sincera de todos los trabajadores, identificados por el común propósito de afirmar, en cada país, los ideales democráticos de la justicia social, de la libertad económica y de la independencia política (ATLAS se propone) luchar por el reconocimiento y la aplicación de los derechos de los trabajadores (…) contribuir a la unidad de la clase trabajadora en el seno de cada uno de los países latinoamericanos (…) procurar la unificación de los trabajadores del continente latinoamericano y promover la actividad encaminada a organizar la ayuda mutua entre las centrales nacionales (…) Luchar contra la desocupación (…) y la elevación del nivel de vida de todos los pueblos latinoamericanos” (Rep. en Panella, 1996: 59-61), entre otras cosas. Y en su primer pronunciamiento establece que “bregará sin descanso por que desaparezcan de América Latina toda forma de coloniaje y todo tipo de imperialismo económico e ideológico, todo sistema de discriminación racial y oda forma de explotación del hombre por el hombre”. (Cit. en ibídem: 28-29) Del acto de fundación participan diecinueve países.

La Secretaría General del ATLAS recae en la CGT de Argentina, en su Secretario General: José Espejo[11]. Saúl Ubaldini afirma que Perón tenía “la convicción de que la columna vertebral de la revolución que había liberado a la Argentina de la servidumbre a los imperialismos posteriores a Yalta eran los trabajadores organizados y quería confiarles a ellos ser los portadores del mensaje liberador del peronismo p, para buscar armonizar en la misma búsqueda de la libertad soberana de nuestros pueblos a todos los trabajadores latinoamericanos”. (Ubaldini. Prólogo a Urriza, 1988: 11)

– La organización interna

Las organizaciones sindicales que formaban parte del ATLAS tenían absoluta autonomía para definir su acción en el plano nacional. Sí debían consultar al ATLAS conforme a las acciones del ámbito internacional. Las organizaciones que adherían al ATLAS debían abonar 5 por ciento de los aportes sindicales. (Blanco, 1983) El órgano oficial de la Central era una publicación periódica mensual de tamaño tabloide con el título “Boletín informativo de la Agrupación de Trabajadores Latinoamericanos Sindicalistas”. No obstante no era el único órgano de comunicación, pues tenían publicaciones en varios países: tempranamente el CUSLA había editado en forma de revista “El Informativo”, el periódico de la CGT Argentina le daba al ATLAS la última página del mismo, en Haití se publicaba “Atlantide”, en México uno llamado ATLAS, en Ecuador, bajo el nombre de Unidad Sindical, en Cuba una publicación mensual “Boletín”, en Chile el periódico “La Confederación” actuaba como órgano oficial, en Colombia un boletín que se llamaba “Democracia Sindical, y en Panamá otro oficial bajo el título de “Libertad Sindical”. Con razón Urriza sostiene que estos periódicos formaban “una verdadera red informativa y de opinión que circulaba por todo el continente”. (Urriza, 1988: 100)

– La organización sindical en Latinoamérica

El panorama del sindicalismo latinoamericano y donde encontró sustentación el ATLAS, sucintamente, era el siguiente: en Colombia había tres centrales sindicales, el ATLAS se apoyó en la Confederación Nacional de Trabajadores (CNT); en México cinco, el ATLAS entroncó con la CROM liderada por Luis Morrones; en Chile existía la Central Única de Trabajadores (CUTCh), y el ATLAS se apoyó en la Confederación Nacional de Sindicatos (CNS); en Paraguay estableció relaciones con la Confederación Paraguaya de Trabajadores (CPT); en Bolivia con la Central Obrera Boliviana (COB); al otro margen del Plata, en Uruguay se vinculó al Movimiento Nacionalista Revolucionario La Escoba; en el Perú logró el apoyo de cuatro federaciones, que fueron la base de la Central Nacional de Trabajadores (CNT), de corta vida; en tierras venezolanas logró la integración de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), conformada en 1954 sobre la base del Movimiento Sindical de Trabajadores (MOSIT); en Ecuador adhirió la Confederación de Trabajadores del Ecuador (CTE); en Cuba ATLAS entroncó con los sindicatos ligados al área de servicios; mientras que en Nicaragua lo hizo con la Confederación Nacional de Trabajadores (CNT); en Costa Rica se vinculó a la central del mismo nombre (CNT), en Guatemala hizo relación con la Confederación General del Trabajo de Guatemala (CGTG); en Panamá con la Confederación Nacional de Trabajadores de Panamá (CNTP); mientras que en Haití encontró la adhesión de la Confédération Générale du Travail (CGT); en El Salvador se sumaron varios sindicatos; y por último en Puerto Rico se conformó la Confederación General de Trabajadores Auténtica y en República Dominicana solo tuvo actuación el Comité Nacional. Claudio Panella asevera que “el principal sustento ideológico, político y económico de ATLAS fue la CGT argentina, única central obrera del país y sin duda alguna la más poderosa del continente. Contaba en 1954 con casi dos millones quinientos mil afiliados que representaban más del cuarenta y cinco por ciento de la fuerza de trabajo”. (Panella, 1996: 41)
-ATLAS en acción
El ATLAS despliega un conjunto de acciones importante en defensa de la clase trabajadora latinoamericana. Crea Comisiones Asesoras que tienen como finalidad colaborar en la solución directa de los trabajadores latinoamericanos. Entre sus tareas está la realización de un censo que estudie cuáles son las necesidades de los trabajadores, cuyos resultados sirvan a los gobiernos para arbitrar las soluciones necesarias. Asimismo el ATLAS va a defender y propiciar la adopción por parte de los gobiernos de convenios colectivos de trabajo, al mismo tiempo que la limitación de las ganancias de los empresarios para lograr una mejora en los salarios obreros. En un congreso realizado en Chile propone un régimen que avance en el reconocimiento de los “aportes jubilatorios” entre los países latinoamericanos. Además de la seguridad social, planteó la necesidad de resolver los problemas de vivienda en nuestros países.

En los primeros años de la década del 50, cuando comienza su accionar el ATLAS, cinco gobiernos marcan el Continente Latinoamericano con profundas (en algunos más que en otros claramente), transformaciones políticas, sociales, económicas y culturales, a saber: el peronismo en la Argentina, el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) en Bolivia, Jacobo Arbenz en Guatemala (y poco antes Juan José Arévalo), el Brasil de Getulio Vargas, y Chile con Ibáñez del Campo. A los tres primeros fueron a los que más apoyo y atención les dio el ATLAS.

El gobierno revolucionario de Bolivia el 2 de agosto de 1953 decretó la reforma agraria, acción que es apoyada entusiastamente por el ATLAS, pues la medida “se propone dar tierra a tres millones de indios. El documento comienza declarando que el suelo, el subsuelo y las aguas del territorio pertenecen por derecho a la Nación Boliviana y que el Estado no reconoce el latifundio”. (Unidad Sindical Nº 14. Lima. 1953. Rep. Panella, 1996: 66-67) Ante la penetración imperialista contra la revolución minera, el Boletín del ATLAS denuncia la situación en varias ocasiones como en marzo del 53 bajo el título: “Bolivia y la presión imperialista”, cuando el primer aniversario de la Revolución publican dos largos artículos titulados “Bolivia se ha encontrado a sí misma en su revolución”, y “la ofensiva general de la oligarquía boliviana contra la clase obrera”, en otra ocasión el Boletín reproduce una declaración de la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia que expresa “sin lugar a equivocarnos en Bolivia se vive el momento revolucionario de los pueblos oprimidos del mundo (y convoca) a hacer un solo frente y llevar la Revolución Nacional hasta sus últimas consecuencias por la redención de nuestro destino de pueblo libre”. (Urriza, 1988: 79-81)

La revolución guatemalteca conducida por Jacobo Arbenz encuentra en el ATLAS un fuerte apoyo ante los constantes ataques del imperialismo norteamericano. ATLAS expresa que “aplaudió sin reservas desde sus comienzos la obra recuperadora del Presidente Arbenz y por ello apoyamos incondicionalmente a los trabajadores guatemaltecos hoy identificados con su Gobierno… para realizar el proceso esencial de su revolución”. (Cit. en Urriza, 1988: 84-85). Asimismo el comité mexicano del ATLAS afirma que “es indispensable mantener el criterio de la autodeterminación de los pueblos para darse el Gobierno que mejor responda a sus exigencias y si el pueblo guatemalteco considera que fue su Gobierno actual por ser revolucionario, progresista y eficaz, este pueblo tiene derecho a seguirlo conservando”. (Cit. en Ibídem: 85-86) Celebra al Gobierno guatemalteco de Jacobo Arbenz en tanto “promovió la reforma agraria (…) la expropiación de las tierras ociosas”, controladas en su inmensa mayoría por los grandes latifundios, mayormente por la United Fruit Co.

Luego del bombardeo a Guatemala de la CIA y con la oligarquía local, y el derrocamiento de Arbenz en 1954, recayendo finalmente el poder en Castillo Armas a lo que le sigue la persecución feroz de los militantes, la Argentina recibe una gran cantidad de exiliados de dicho país, entre los cuales se cuentan varios integrantes del Comité Nacional del ATLAS. El Comité argentino les hace un “asado criollo” como agasajo. Asimismo la agrupación sindical plantea una política de solidaridad con los dirigentes guatemaltecos exiliados en otros países.

En relación a Chile ATLAS apoya las medidas de tinte nacionalista de Ibáñez, y sostiene el “repudio a los consorcios internacionales que explotan a los obreros chilenos, que sumen en la miseria a los hogares chilenos y que lleva a precio de liquidación las riquezas chilenas”. (Doc. ATLAS. Cit. Urriza, 1988: 136) Asimismo, cuando en el año 53 baje el precio del cobre perjudicando seriamente a la economía chilena, interviene solicitando a los países que compren a Chile el cobre que necesiten dejando de lado otros compromisos.

Durante la Secretaría General del cubano Fernando Pérez Vidal[14], que asume luego de la renuncia de Espejo en mayo de 1953, el ATLAS realizó una gira por América Latina con el objetivo de afianzar la organización sindical. El cubano argumenta claramente la posición tercerista de la central en tanto “las dos centrales existentes están al servicio de facciones internacionales y de potencias que luchan por la imposición de sus principios. La ORIT es un instrumento del capitalismo; la CTAL lo del comunismo. Sólo ATLAS puede levantar con orgullo una auténtica bandera sindical”. (Pérez Vidal. Cit. en Panella, 1996: 39)

Un año más tarde, el 21 de mayo de 1954 Pérez Vidal es reemplazado por el argentino Juan R. Garone[15]. Para ese año, a tan solo dos de su creación, el ATLAS ya Comités Nacionales en prácticamente todos los países de Latinoamérica. Su accionar tiene un peso importante en nuestro continente, se encuentra fortalecida y es una preocupación tanto de las oligarquías locales como de las potencias imperiales. No obstante, el mapa comienza a cambiar. Los procesos políticos a los cuales les había prestado apoyo comienzan a perder fuerzas y algunos a ser derrocados.

Con relación al Brasil de Getulio Vargas, apoyan las políticas llevadas a cabo por el mismo, y expresa la conmoción por su suicidio en agosto de 1954 en un artículo del periódico CGT donde denuncia “las desmesuradas utilidades de las empresas capitalistas extranjeras que actúan en Brasil (…) lo ha denunciado en términos impresionantes el Presidente Vargas en el histórico documento que deja a su pueblo con la explicación de su trágica determinación”. (Periódico CGT. Cit. en Ibídem: 137)[12]

Desde ya, que no son esos casos los únicos por los que se preocupa la agrupación. Aparecen en su “agenda” los problemas de todos los países de Nuestra América. La central expresó el anti-colonialismo, abogó por la ruptura de la dependencia ya sea directa o indirecta, así en una Carta Abierta a los Cancilleres prontos a reunirse en la Décima Conferencia Interamericana, la agrupación emite un documento que sostiene el reclamo por los “pueblos (de América Latina) convertidos en colonias o meros productores de materias primas para hacer caminar las industrias poderosas de los consorcios económicos internacionales”. (Documento ATLAS. Cit. Urriza, 1988: 103)

La situación colonial de Puerto Rico que en 1898 había sido ocupada por tropas norteamericanas y al otro año había pasado a ser dominio de Estados Unidos, aparece como uno de los fuertes reclamos del ATLAS. En el 50 Estados Unidos lo había declarado como Estado Libre Asociado. La agrupación lanzó una campaña por todo el Continente destinada a dar a conocer la situación de Puerto Rico, y con el objetivo de juntar millones de firmas de los trabajadores latinoamericanos para presentárselas como finalización de la campaña al presidente norteamericano. El líder independentista, Pedro Albizu Campos, encarcelado en 1936 acusado de conspirar contra Estados Unidos, por el cual la agrupación de trabajadores reclamó enfáticamente, fue liberado en septiembre de 1953. La CGT Auténtica de Puerto Rico adhiere al ATLAS en 1954. (Urriza, 1988) Asimismo, condena la aplicación de la Ley Taft-Hartley (vigente en Estados Unidos), en dicho país[13], por considerarla un instrumento de la patronal, lesiva a los derechos de los trabajadores y cuyo objetivo es la desunión de los mismos. También condena el Pacto Militar firmado entre Estados Unidos y Uruguay por ser un pacto de sumisión y coloniaje. (Panella, 1996)

El caso de Panamá, amputado a Colombia a principios del siglo XX, y por la creación interoceánico es emblemático en América Latina. De esta forma, el Comité del ATLAS en Panamá expresa que lucha por la vigencia de la justicia social, la independencia económica y la soberanía políticas del país (y en su plan de acción fija) la revisión del acuerdo de arrendamiento del Canal; propiciar que con parte de los beneficios del mismo, se efectúen obras sociales para los trabajadores; elevación del nivel de vida y condiciones de trabajo; anular todo tipo de discriminación racial; equiparación de salarios entre panameños y otro tipos de trabajadores en la zona del Canal”. (Panamá defiende su soberanía. ATLAS. Bs. As. 1953. Rep. Panella, 1996: 67-68) Y en otra ocasión sentencia que “todas las ventajas con para los obreros estadounidenses y todos los inconvenientes para los panameños. Salarios de “oro” para unos y “plata” para otros y las más odiosas diferencias en perjuicio de los nativos”. (Cit. en Urriza, 1988: 109)

En 1953 en la Guayana Inglesa se produjo un levantamiento en lucha por la independencia del imperialismo británico. ATLAS lo apoya enfáticamente: “ATLAS hace suya la bandera de redención que ahora esgrimen los indígenas de la Guayana porque es una decisión impostergable de las clases laboriosas que se agrupan en su seno luchar por la eliminación del coloniaje en todas sus formas y bajo todos sus aspectos”. (Urriza, 1988: 110)

La situación del monopolio bananero en Honduras también es denunciada por el ATLAS, en su boletín informativo afirma que “en los feudos hondureños donde se verifica la explotación de la siembra del banano, no existen leyes nacionales ni se respetan los derechos humanos ni la soberanía del país. Son las empresas las que designan a un denominado “mandador”, quien luego nombra a su hombre de confianza, al cabo-comisario que castiga, bien con cárcel o con palas o hasta con la muerte al que ose quejarse del trabajo brutal, del bajo salario o de las humillaciones y vejaciones de que son objeto los hondureños que padecen este cáncer social que se llama United Fruit Co. (…) Ochenta mil hondureños reciben latigazos y pasan hambre a lo largo de los valles de Sula y del Aguán, extensión donde se cultiva el banano”. (Boletín informativo ATLAS Nº 10. Bs. As. 1953. Rep. Panella, 1996: 68-69)

También entabla relación con el Presidente electo de Costa Rica (1953-1958), quien llega a Buenos Aires, en tanto años antes cuando presidía la Junta Gubernamental (1948-1949), había realizado algunas medidas de características nacionales y populares como la nacionalización de la banca. No obstante con el paso de los años comienza a virar su política. (Urriza, 1988)

– Años finales, de la ofensiva a la resistencia

A pesar del derrocamiento de Arbenz en Guatemala o el suicidio de Vargas en Brasil, ambos en el año 1954, sin dudas lo que más daño le hizo a la Central Latinoamericana es el derrocamiento del peronismo, porque fue su principal impulsor, y la CGT su sostén fundamental. Luego de las bombas de junio del 55, y el golpe de septiembre del mismo año, la CGT recordamos es intervenida por la Marina en la cabeza de Alberto Patrón Laplacette. Se desata una persecución feroz sobre los trabajadores sindicalizados, en la cual una central como el ATLAS no iba a escapar a las garras de la oligarquía que entiende el poder de la misma.

Así, el 16 de enero de 1956 la autodenominada “Revolución Libertadora” interviene el ATLAS, y pone a su frente al Comisario (retirado), Manuel Iglesias. La intervienen más por su estrecha vinculación a la CGT y al peronismo que por su perspectiva latinoamericana. (Parcero, 1987) A la ocupación por parte de la Marina le sigue la quema de la documentación y la incautación de sus bienes.

Perón mantiene una comunicación continua con quien fuera el último Secretario del ATLAS, Juan R. Garone[16]. Se trata de más de cuarenta cartas de ida y vuelta. En estas misivas se observan, al menos dos cuestiones: los esfuerzos de Garone por continuar con el ATLAS y el fuerte apoyo de Perón a esa tarea. Este último le escribe el 17 de abril de 1956: “lo que interesa ahora es preparar las cosas de la mejor manera. Creo que todo puede arreglarse si nosotros somos capaces de preparar a la masa para obrar con unidad de acción”. (Carta de Perón a Garone. 17-4-1956. Rep. Panella, 1996: 116-118). Unos meses más tarde insiste Perón que ATLAS debe servir para “agitar el ambiente obrero contra el gobierno de facto de la Argentina”. (Carta de Perón a Garone. 15-7-1956. Rep. Ibídem: 120-123). En 1962 se lleva a cabo en Chile una reunión del Comando Ejecutivo del ATLAS en el cual se evidenció la difícil situación. El ATLAS comenzaba su desaparición. (Parcero, 1987) Pero quedaría grabada como una experiencia fundamental de los trabajadores de nuestro continente a tener en cuenta.

Resulta claro, a partir de estas páginas, y fundamentalmente de la historia del movimiento obrero argentino y latinoamericano que la clase obrera hereda un rico pasado; la tarea del presente es forjar las armas que nos permitirán conquistar el futuro”. (Belloni, 2011: 5)

Juan Godoy. Lic. Sociología (UBA). Mg. Metodología de la investigación (UNLa). Docente Universitario

Bibliografía

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Urriza, Manuel. (1988). CGT y ATLAS. Historia de una experiencia sindical latinoamericana. Buenos Aires: Legasa.
[1] Véase un artículo anterior: Godoy, Juan. Perón y el lugar de los trabajadores (en el movimiento nacional). Revista Zoom. Mayo de 2017. Disponible en: http://revistazoom.com.ar/peron-y-el-lugar-de-los-trabajadores/

[2] Seferino Romualdi va a tener una intromisión importante en el campo sindical argentino entre los años 40 y 60. Nacido en Italia en 1900, militante anti-fascista en los años 20. Hacia el final de esa década se muda a estados Unidos donde traba relación con organizaciones sindicales. En 1941 hace una gira por algunos países sudamericanos para comprometer a los italianos en el apoyo al bando aliado. Más tarde comienza a trabajar con Nelson Rockefeller. En 1944 empieza a trabajar en la Oficina de Asuntos Estratégicos de los Estados Unidos (OAS, precursora de la CIA), hasta mediados de 1945. Ese año la AFL le encargó establecer relaciones con el sindicalismo en el nuestro Continente. Participa en la campaña contra Perón orquestada desde Estados Unidos. En el 48 es designado como representante de la AFL en América Latina. (Basualdo, s.f.: 5)

[3] La comitiva da a conocer un comunicado de prensa en el que manifiesta: “no hay colaboración posible entre la CGT como está constituida en el presente, dado que no es libre instrumento de los trabajadores, sino que se ha convertido en un brazo político del gobierno”. (Cit. en Basualso, s.f.: 4)

[4] En la campaña de hostigamiento al ATLAS también están George Meany, presidente de la AFL, Jay Lovestone, encargado de asuntos exteriores también de la AFL, Irving Brown, quien era el representante de la AFL en Europa. (Díaz, 2010)

[5] Tampoco recibe invitación la representación sindical boliviana.

[6] Cabe resaltar, como indica Daniel Parcero, que esta política de penetración se afianza fuertemente hacia 1957 con el fortalecimiento del sindicalismo amarillo y el nacimiento de los 32 gremios democráticos y mayoritarios. (Parcero, 1987)

[7] Algunos de los agregados obreros que tienen una labor fundamental son Juan Pallas en Chile, Vicente Diana en Brasil, Pedro Conde Magdaleno en Perú, César Mazzetti que había sido agregado obrero en Suiza y termina como Embajador de Ecuador, etc. (Panella, 1996)

[8] Paraguay era gobernado por Federico Chávez, perteneciente a una facción del Partido Colorado, que será en agosto de 1954 derrocado por Alfredo Stroessner.

[9] José Gerónimo Espejo nace en San Juan (Jáchal), en el año 1911. Tempranamente aparece como dirigente del Sindicato Obrero de la Industria de la Alimentación (SOIA) y en la Federación Obrera de la Industria de la Alimentación (FOA), de orientación comunista. Trabaja en la fábrica de galletitas Bagley. Por esa época tiene simpatías con las ideas socialistas, y en el 39 es elegido como vocal de la SOIA (y re-elegido en el 43). El 4 de junio del 43 apoya la revolución juniana que comienza a dar término a la “década infame”. Entre los años 45-47 se desempeña como secretario de prensa. Participa activamente del 17 de Octubre. Llega a la Secretaría General de la CGT luego del breve paso de Aurelio Hernández (del sindicato de los Trabajadores de Hospitales e Industrias Químicas), que había reemplazado a su vez a Luis Gay (dirigente telefónico, fundador del Partido Laborista). Es elegido el 1º de diciembre de 1947., y permanece en el cargo hasta 1952. Muy cercano a Perón, y sobre todo a Evita. En 1947 le encarga a Hugo Belloni Ravest la creación del Departamento Internacional de la CGT. Artífice del CUSLA y del ATLAS (de los que como sabemos será el primer Secretario General). Fue convencional constituyente en el 49 y vice-presidente de la Convención Nacional cuando la reforma constitucional. Se desempeña a partir del 51 como Presidente del directorio del diario La Prensa, luego de su expropiación y entrega a la CGT. Asimismo ocupa los cargo de Director de la Caja de la Industria, Titular de la Caja de Préstamos para la Vivienda, Vice-Presidente de la Comisión Nacional de Aprendizaje y Orientación Profesional. A su salida de la CGT en el año 1952, luego de la muerte de Evita, asume el cargo Eduardo Vuletich (del sindicato de Trabajadores de Farmacias). Al derrocamiento del peronismo, Espejo es detenido y enviado al penal de Río Gallegos, donde protagoniza la conocida fuga junto con Cooke, Jorge Antonio, Kelly, Cámpora y Gomis hacia Chile fines de 1975. Regresa al país con la amnistía de Frondizi. Atraviesa la Resistencia Peronista, el regreso de Perón, y la mitad de la última dictadura. Fallece un 21 de diciembre de 1980. (Bosoer y Senén González. José Espejo. Soldado de Evita. En Rein y Panella (comp.), 2013)

[10] Completan el espacio: Omar Díaz (Uruguay), como Secretario de Organización; Héctor Gutiérrez Zamora (Costa Rica), Secretario de Relaciones; Rubén Hurtado (Chile), de Actas; Joviano de Araujo (Brasil), en finanzas; Molierre Compas (Haití), en Prensa y Propaganda; y como Secretario Técnico Antonio José Bonilla Toro (Colombia). La sede estaba ubicada en la calle Rivadavia Nº 5298 (Buenos Aires).

[11] Completan las autoridades: Secretario Adjunto: Rubén Hurtado (Chile), Secretario de Actas: Francisco Colón Gordiany (Puerto Rico), Secretario de Relaciones: Fernando Pérez Vidal (Cuba), Secretario de Finanzas: Héctor Gutiérrez Zamora (Costa Rica), Secretario de Organización: Florencio Maya (México) Secretario de Prensa y Propaganda: Tomás del Piélago (Perú), Delegado Permanente ante la ONU y la OIT: Luis Morones (México). La sede estaba en Buenos Aires, específicamente en Avenida de Mayo 591.

[12] No hacemos mayor referencia al peronismo, pues aparece a través de todo el texto, y además consideramos que el ATLAS nace de allí y piensa a esa Revolución Nacional como ejemplo a seguir por los demás, como se aprecia a lo largo del trabajo.

[13] Entre otra cosas establecía un plazo de sesenta días de “enfriamiento” antes de ir a una huelga, y declaraba personas jurídicas a los sindicatos responsables ante los tribunales.

[14] Exiliado del Gobierno de Batista vuelve a Cuba después del 59 a la sumarse a la Revolución, momento en el que expresó que en la Isla de la Revolución “Atlas está hoy más vigente que nunca y su rol está precisamente en la vanguardia de la lucha por una América totalmente libre y soberana”. (Pérez Vidal. Cit. en Urriza, 1988: 152)

[15] El Secretario Adjunto es el chileno Rubén Hurtado.

[16] Juan Raymundo Garone nació el 3 de mayo de 1914 en la Ciudad de Buenos Aires. Comenzó su militancia en grupos de orientación cristiana. Colabora en el diario católico ·El Pueblo (escribe 153 artículos en solo 3 años). Adhiere rápidamente a la Revolución del 4 de junio, y entabla una relación con Juan Perón. El 26 de noviembre de 1943 le escribe Garone a Perón: “no puede menos que hacer llegar su aplauso al Cnel. Perón su clara posición en el planteo de los problemas sociales argentinos. Me identifiqué con la Revolución desde el primer momento”. Perón responde el saludo y apoyo a los cuatro días, comenzando una relación que va a ser duradera. Su militancia gremial comienza cuando es elegido delegado en la fábrica Bagley. Participa de las jornadas del 17 de octubre. En 1946 ingresa al gremio bancario, y al otro año comienza a colaborar con Espejo en la CGT. Integra el Departamento de Relaciones Internacionales. Forma parte de la Delegación obrera argentina en las conferencias de San Francisco (1948), y Ginebra (1949). Es subjefe de la sección gremiales del Diario La Prensa (en manos de la CGT). También es Director del Banco de la Provincia de Buenos Aires desde 1952 hasta 1955. Participa activamente en la conformación y desarrollo del ATLAS. Así, el 21 de mayo de 1954 reemplaza al cubano Pérez Vidal en la secretaría general del ATLAS. Al derrocamiento del peronismo, Garone se exilia y tiene un peregrinar por varios países latinoamericanos (estando exiliado en Chile recibe a los compañeros prófugos de Río Gallegos, y finalmente se establece en España, hasta su regreso a la Argentina en 1973. (Panella, 1996) (Urriza, 1988)

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