Nacionalización del cobre – Por Emmanuel Bonforti

Escribe Emanuel Bonforti*

Publicado originalmente en el sitio web del CENACK

“La toma del poder en Chile por Allende nos traerá grandes problemas, a nosotros y nuestras fuerzas de América Latina, y por consiguiente al conjunto del hemisferio occidental.“ Henry Kissinger, dos semanas después del triunfo de Salvador Allende

Cuando el 11 de julio de 1971 Salvador Allende anunciaba la nacionalización del cobre estaba realizando un doble movimiento que contemplaba la reforma constitucional, mecanismo por el cual la decisión soberana sobre el cobre quedaría respaldada legal y políticamente.

Chile, como los otros países semicoloniales, encontraba en su principal recurso una paradoja que lo obligaba a un progreso desordenado mediado por las oligarquías y sujeto a las decisiones de las metrópolis. El cobre significó uno de los elementos por el cual la república trasandina se inserta en el mercado mundial como un país dependiente en los albores de la consolidación de los Estados oligárquicos, en un escenario favorable para la inversión de capital extranjero donde se acentúan las relaciones de dependencias y el intercambio entre naciones se entrelaza con la forma de intercambio entre clases, unas parasitarias, intermediarias y oligárquicas, y las otras, dominantes en países centrales.

La fase del capitalismo bajo la expresión de la libre competencia donde la relación pasaba por el intercambio de materias primas a cambio de productos manufacturados caduca ante el ascenso de la fase imperialista. El capitalismo reorienta su política hacia los recursos naturales. En este marco, y tomando como referencia los trabajos de Fernando Henrique Cardoso y Enzo Faletto, se forman en los países dependientes economías de enclave, las cuales se desarrollan a través de la explotación de plantaciones, o como en el caso de Chile, a través del enclave minero caracterizado por una baja demanda de mano de obra y una alta concentración e inversión inicial de capital monopólico. El imperialismo para sostener este tipo de enclaves acudió a una metodología mixta en la que combinó golpes militares y estructuras jurídicas afines.

El enclave del cobre en el caso chileno lo obliga a ingresar al mundo del intercambio internacional bajo la lógica de los costes comparativos -quizás la mayor máscara de las oligarquías dependientes- Chile va generando un modelo donde la especialización productiva lo empuja hacia un cuello de botella. De esta manera sufre al ser incorporado a una tendencia inherente al capitalismo como la ampliación de sus mercados, pero a su vez sobre la dominación del centro sobre la periferia en cuanto a la transferencia de royalties de aquel sobre la segunda. Las economías de enclave sólo son posibles en un mundo cada vez más integrado y van construyendo una ley fundamental que es la del desarrollo desigual y combinado que se observa al comparar los diferentes niveles de la economía chilena. La dinámica del imperialismo cuyos defensores lanzan odas en función de la supuesta creación de riqueza de repente choca con la realidad de que toda la riqueza que genera un país nada le pertenece a su pueblo. En este punto, ingresan los movimientos de liberación a revertir este proceso, la nacionalización del cobre forma parte de este diagnóstico.

Comprender la fase imperialista del capital implica ir un poco más atrás en el tiempo y reconocer un proceso inconcluso en la Nación Latinoamericana que es el de la consolidación del proceso independentista. Aquí Chile no escapa a esta lógica, donde la revolución en el sentido político, pero sobre todo en el sentido social, termina siendo contra revolucionaria. Las oligarquías triunfantes para alcanzar objetivos económicos e impulsar su lazo con el centro debieron previamente aplastar a los movimientos sociales populares que era la herencia progresiva de las revoluciones independentistas.

De este diagnóstico parte Salvador Allende como conductor de un movimiento amplio que logra triunfar por un escaso margen en las elecciones de septiembre de 1970. Previo a su asunción, Eduardo Galeano le realiza una entrevista para el Semanario Marcha del Uruguay donde adelanta la decisión de nacionalizar el cobre, allí Allende anuncia que la nacionalización saldría bajo un proyecto de reforma constitucional y que respetaría las disposiciones legales vigentes. En ese reportaje fundamentaba la necesidad de nacionalizar el cobre, en el Chile que Allende asume la presidencia uno de cada tres dólares generados por la riqueza de su pueblo salía del país para incrementar las arcas del imperialismo. En esta línea deja en claro una nueva reorientación comercial a través de un eje tercermundista y reconociendo el lugar simbólico de Cuba en el mundo socialista latinoamericano. En cuanto a la constitución de la Unidad Popular, el futuro presidente establecía que detrás de la Unidad Popular se encuentra el pueblo unido en su mayoría, desde el profesor universitario hasta la compañera que ha pasado la vida lavado ropa ajena, desde el obrero industrial hasta el intelectual y el artista.

El 11 de julio marca un hito en los países dependientes, en su discurso Allende apela a la dignidad nacional y establece esta decisión como un eslabón necesario para romper con un ciclo de dominación que se extiende desde tiempos coloniales y que atravesó a toda la historia del Chile independiente. Allende está convencido de que su gobierno viene a culminar tareas incompletas del Chile independiente y en ese discurso además menciona la necesidad de terminar con el latifundio y estatizar los bancos y nacionalizar las empresas monopólicas o fundamentales para Chile. De lo que se trataba era de reorientar los excedentes de las regalías en el desarrollo autocentrado, enderezar el despilfarro de las oligarquías locales intermediarias con escasa mentalidad empresaria sino más bien parasitaria. Al ser empresas monopólicas las que administraron el cobre se le había negado al pueblo chileno la capacidad de manejar sus recursos, esto implicó además un límite en la posibilidad de la preparación técnica. La alta concentración del capital del enclave también ejerce su influencia de dominación en el acceso al conocimiento sobre la técnica extractiva. A diferencia del programa de la Democracia Cristiana que pretendía alcanzar la nacionalización del cobre mediante una ley, lo novedoso en el caso de Unidad Popular fue que impulsó este proceso mediante una reforma constitucional, donde de acuerdo al propio Allende se pagará indemnización si fuera justo y no se pagará en el caso contrario. El segundo paso a la nacionalización era visto como la necesidad de crear la propia comercialización, elemento que condenaba a todos los países de la región a una dominación de características semicoloniales. Comercialización, traslado, seguros, bancarización de las transacciones es el combo por el cual se adquiere la independencia definitiva y cuyo primer movimiento fue la nacionalización del cobre bajo la reforma constitucional.

Existe una serie de elementos que hacen que el discurso de Allende tenga una impronta ecologista, castiga duramente a las empresas que a los fines de obtener una mayor productividad han desarrollado un tipo de explotación inconveniente a los intereses nacionales. Sobre ello, tres años después, Juan Domingo Perón hablaba sobre la Humanidad Amenazada, y cómo el desarrollo irracional puede generar secuelas y desgracias para la humanidad.

Pero la decisión de nacionalizar el cobre iba a generar la pronta reacción del imperialismo, la Kennecott Copper Corporation antigua propietaria de la mina de El Teniente comenzaba una campaña de difamación. Allende declaraba que una decisión de la envergadura de la nacionalización del cobre implica transitar el camino de la independencia económica, asociaba la misma a la lucha del pueblo de Vietnam derrotando al imperio norteamericano o al triunfo y el sacrificio del pueblo cubano. La nacionalización del cobre se inscribe en la larga lucha de los pueblos del tercer mundo donde cada país le imprime una dinámica diferente pero la sustancia inherente al conflicto es el accionar imperialista. Como producto de las presiones internacionales en diferentes escenarios de decisiones comercial y económica como los tribunales de Ginebra, Allende se ve obligado a radicalizar sus posiciones y decreta el monopolio estatal de la explotación del cobre y subproductos un año después de la nacionalización y la reforma constitucional.

Allende es la expresión del político que se ve obligado a inventar y en ese movimiento imprime la creación que demanda la realidad de un país dependiente, representa la conducción de la Unidad Popular que adquiere la expresión de un Movimiento Nacional al confluir diferentes sectores en su espacio. La causa nacional de la nacionalización del cobre empuja al respaldo del proletariado en su causa tonificando la cuestión social del proceso. El imperialismo a través de los enclaves parte al país económica y geográficamente, la decisión de nacionalizar el cobre implica a su vez unificar el territorio y romper con nichos fortificados por el imperialismo alejados de la influencia del Estado. Este cuadro de situación se debe en parte a una debilidad enmascarada de la burguesía local. La Unidad Popular desde el principio advierte esta debilidad, se ve empujada a tareas que le corresponde a aquella, al recuperar estas tareas realiza un movimiento historicista ya que Allende se auto proclama como deudor de O’Higgins.

Las oligarquías fueron las grandes triunfadoras de los procesos independentistas ya que construyeron sus negocios sobre las cenizas de los movimientos populares, una vez que se desarticuló el proyecto bolivariano lograron que América Latina fuera considerada como un pueblo sin historia. De ahí que el imperialismo encontrara lugar para llenar con su historia -es decir, con sus necesidades- a los regímenes económicos y sistemas políticos locales. El imperialismo tuvo la tarea de monopolizar la historia, como menciona Vivian Trias, hay naciones que no hacen su historia sino que las padecen- En el caso de la nacionalización del cobre implica una decisión por construir historia propia y soberana rompiendo con una inercia y un padecimiento de doscientos años; la nacionalización del cobre supone también patear el tablero de la historia e inscribirse en la lucha de los dos tercios de la humanidad que día a día, año y año, sostuvo al imperialismo.

*Por Emmanuel Bonforti. Miembro del CENACK.

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